Para cuando el momento se haga gigante
y te deje pequeña ante las dudas infinitas.
Para cuando quieras comprender lo
incomprensible o lo aparentemente posible.
Para cuando inundes mi cama de lágrimas
y no de besos.
Para que el recorrido desde tu lado
hasta a mí no se convierta en abismo.
Para cuando tu cara se gire al oeste
dejándome al este.
Para cuando dupliquemos las distancias,
que parece que es lo que mejor se nos da.
Para los domingos en los que me quites
las ganas hasta de leer a Murakami.
Para cuando creas que no me llegan las
palabras escritas y borradas.
Para las faltas que no dejan de hacer
eco entre mis sábanas.
Para las mañanas de cover por Zahara.
“¿Cómo qué? ¿Para qué? Para (no)
volverte a ver”.
Para momentos como esos, sigo aquí.
Ahí, contigo. Olvidando lo que nos ha llevado hasta ese punto,
deseando refugiarte en mis brazos, besándote el llanto, dejando a un
lado todo lo demás.
Y es que hoy, “todo lo demás es lo
de menos”. Todo lo que está de menos eres tú. Me estás enseñando
a restar, se hace notar el barrido que dejas cuando te vas y me hace
pensar que esto no es para nosotras. Que no se nos da demasiado bien
reciclar los abrazos que han ido a parar aquí por casualidad.
Pero claro, luego pienso en ti siendo
conmigo y tú, dejándome ser y como que se me pasa un poco todo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario