miércoles, 4 de julio de 2012

Noches ancladas


Siempre intento no creerme a la luna.
No, me niego a pensar que su vida se resume en salir a iluminar las noches de los que estamos aquí abajo a falta de luz. Que únicamente tenga noches para ti.
Todas las veces que la he maldecido por sentir su mitad en mi espalda y todas las veces que la he recibido cuando no me quedaban ganas. Pero ahí estaba yo, dispuesta a mirarla y ahí estaba ella, a falta de nada.
Alguna vez me creí luna e intenté iluminar, pero vino quien tuvo el valor de entrar en mi vida y fundió cada plomo de mi ser. ¿Quién va a tener el valor ahora de encenderme? No acabo de acostumbrarme a esta forma de querer, a este desdén. A este suplicar de: “por favor, quiéreme”.

Después de todos mis logros, después de olvidar, de bajar la intensidad del corazón, de borrar lo subrayado, me pregunto si seré capaz de seguir este camino con mis dedos entre tus manos.
Ahora queda lejos la complicidad del encuentro, pero seguro rasgarás con tu boca mi deseo.
Aquí te espero.

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